Moral inglesa
Tópicos: los franceses son secos y estúpidos; los italianos, charlatanes y seductores; los alemanes, eficientes; los ingleses rectos, serios y educados; los españoles, vagos, despreocupados y pillos. La sabiduría popular ha hablado y por lo visto sigue acertando.
Ayer, Michael Robinson, una especie de Dios-filósofo-comentarista, tras ver cómo simulaba Xavi un penalty, dijo que eso en Inglaterra nadie lo hace, que ahí queda como un tramposo, mientras que aquí sólo es un pillo, un pícaro y hasta un jugador inteligente. Sí, en España, el país de la picaresca y el Lazarillo, se aplaude al que engaña y se llama pringao al honrado. Se invierte el sistema de valores a conveniencia.
Podremos decir lo que queramos de los ingleses, pero ellos se han educado siguiendo una tradición asentada sobre unas sólidas normas inquebrantables que nadie sabe ni cuándo ni dónde nacieron. Esa educación tan seria y aburrida (el ejemplo de la institutriz) es completamente válida para el deporte. Además, sólo han tenido una revolución, y de eso hace casi 4 siglos. Y todo porque Carlos I quiso gobernar sin parlamento. En España, durante el siglo XIX, hubieron nosecuantos pronunciamientos militares. Así se gobernaba, sin orden ni nada.
Parece ser que esa herencia de País desordenado donde todo vale ha traspasado fronteras y ha llegado hasta el futbol. La cultura del lohacetodoelmundo intenta justificar una ética movida por el dinero que se va destruyendo poco a poco. En las islas por lo menos aún queda un poco de ese romanticismo caballeresco: ahí no se protesta todo, la pelota se devuelve en el sitio y no 50 metros más p'allá, los jugadores no reclaman tarjeta (eso es competencia del señor colegiado) y todo es más puro, más auténtico. Sin salir de las islas, puedo poner otro ejemplo, el del rugby: deporte violento, dirán algunos. No, deporte duro, que es distinto, y muy noble. Pocas veces se pegan y al final del partido se van a tomar unas pintas de cerveza como buenos amigos.
No estoy diciendo que Ronaldo y Cañizares se vayan a tomar unas cañas cuando se acabe el partido, pero como el otro deporte nacional nuestro es compararnos con los demás países, no estaría mal imitar, aunque sea sólo en el fútbol, a los ingleses. Hay demasiados piscineros que al menor contacto se están tirando. Esos que son elevados a los altares de los listos deberían ser arrestados por criminales del fútbol, porque poco a poco lo están matando. Lo de la siesta, la vagancia, los piropos a las mujeres, el vinito, la cervecita, las tapitas, el sillón-bol puede pasar, entre otras cosas porque nosotros somos los principales exportadores.
Ayer, Michael Robinson, una especie de Dios-filósofo-comentarista, tras ver cómo simulaba Xavi un penalty, dijo que eso en Inglaterra nadie lo hace, que ahí queda como un tramposo, mientras que aquí sólo es un pillo, un pícaro y hasta un jugador inteligente. Sí, en España, el país de la picaresca y el Lazarillo, se aplaude al que engaña y se llama pringao al honrado. Se invierte el sistema de valores a conveniencia.
Podremos decir lo que queramos de los ingleses, pero ellos se han educado siguiendo una tradición asentada sobre unas sólidas normas inquebrantables que nadie sabe ni cuándo ni dónde nacieron. Esa educación tan seria y aburrida (el ejemplo de la institutriz) es completamente válida para el deporte. Además, sólo han tenido una revolución, y de eso hace casi 4 siglos. Y todo porque Carlos I quiso gobernar sin parlamento. En España, durante el siglo XIX, hubieron nosecuantos pronunciamientos militares. Así se gobernaba, sin orden ni nada.
Parece ser que esa herencia de País desordenado donde todo vale ha traspasado fronteras y ha llegado hasta el futbol. La cultura del lohacetodoelmundo intenta justificar una ética movida por el dinero que se va destruyendo poco a poco. En las islas por lo menos aún queda un poco de ese romanticismo caballeresco: ahí no se protesta todo, la pelota se devuelve en el sitio y no 50 metros más p'allá, los jugadores no reclaman tarjeta (eso es competencia del señor colegiado) y todo es más puro, más auténtico. Sin salir de las islas, puedo poner otro ejemplo, el del rugby: deporte violento, dirán algunos. No, deporte duro, que es distinto, y muy noble. Pocas veces se pegan y al final del partido se van a tomar unas pintas de cerveza como buenos amigos.
No estoy diciendo que Ronaldo y Cañizares se vayan a tomar unas cañas cuando se acabe el partido, pero como el otro deporte nacional nuestro es compararnos con los demás países, no estaría mal imitar, aunque sea sólo en el fútbol, a los ingleses. Hay demasiados piscineros que al menor contacto se están tirando. Esos que son elevados a los altares de los listos deberían ser arrestados por criminales del fútbol, porque poco a poco lo están matando. Lo de la siesta, la vagancia, los piropos a las mujeres, el vinito, la cervecita, las tapitas, el sillón-bol puede pasar, entre otras cosas porque nosotros somos los principales exportadores.
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